El salir de vacaciones me ha llevado a poder disfrutar de nuevo, con mucho más tiempo que durante las clases, de dos de las cosas que más me gustan en la vida: leer y escribir. No es novedad para nadie –soy la persona más monotemática del mundo– y creo que mis temas de conversación siempre se reducen a los dibujos, las cosas que detesto del mundo, los libros y (con muy pocas personas) la escritura. (Estoy omitiendo la comida, mi gran tema número uno, claro está).
Soy de esas detestables personas que hablan todo el día de lo que aman. A lo largo de mi vida me ha costado encontrar gente que comparta mis intereses, por lo que siempre estoy alumbrando en mis redes sociales todos mis pensamientos sobre estas cosas. Si sé, es fome, monotemático, y a nadie le interesa. Pero ahora, que tengo tiempo, que he podido leer y escribir más que hace un par de meses, quería dedicarle unas palabras a cómo estas dos cosas han impactado en mi vida. Sólo a modo de testimonio. Para recordarlo. Nada más.
Cuando era chica mi papá me dijo que había escrito El Mago de Oz. Me contaba la historia todas las noches antes de dormir, dejaba un pedazo de relato para el día siguiente hasta terminarlo. Años después, cuando ya no vivíamos juntos, me encontré en el TCM con la película y me di cuenta que mi papá me había mentido, que él jamás había escrito esa historia, pero fue chistoso e igual me reí.
Mi mamá siempre me inventó historias. Tenemos miles de personajes que aún recordamos y una vez hice una mini revista con dibujos de todos ellos. Cada uno tenía una historia diferente que creábamos entre las dos. También cambiaban con el tiempo: uno de los personajes que inventó se cambió de ciudad cuando yo me fui a La Serena, y cuando me cambié de colegio hizo lo mismo. Crear historias para mí era –y sigue siendo– su forma de hacerme sentir más acompañada.
Y, al crecer, las historias siguen cumpliendo la misma función para mí.
Cuando aprendí a escribir me regalaron muchos cuadernos para que escribiera cosas. Siempre tenían dibujos al lado y aún conservo esas libretas. Las historias siempre eran de brujas o historias tontas sobre el colegio, pero aún me da risa leerlas y ver que mis gustos y actividades no han cambiado en más de 10 años.
Nunca he considerado que escriba bien ni me considero una gran lectora. Sólo puedo –y quiero– dejar por escrito esto. Es bacán leer. Es bacán escribir. Es bacán cuando alguien te muestra lo que escribe o te muestra los libros que le gustan. Siento que es la forma más bacán y bonita de comunicar algo al otro.
Me cuesta mucho expresarme oralmente, soy pésima hablando en público, me da vergüenza expresar mis pensamientos en voz alta y escribirlos siempre ha sido un refugio. Es un refugio del que da susto salir. Como la escritura es algo que siempre he intentado ejercitar, me confío demasiado de ella: soy nula en los exámenes orales y no los preparo, nunca puedo superar los desafíos como modular mejor o no reírme en una instancia formal. Pero siempre me digo: no importa, esto mismo podré escribirlo.
Sé que está mal pero es una forma de quedarme tranquila. Es, muchas veces, la única forma en que entiendo las cosas.
Leer ha funcionado de la misma forma que funciona ponerse audífonos y alejarse cuando da vergüenza unirse a un grupo grande.
Me metí a estudiar periodismo porque quería aprender a escribir. Es bacán darse cuenta de que es algo súper entrenable. Siempre he creído en el talento y he sufrido por no tenerlo, y por lo mismo agradezco que hayan técnicas para mejorar, cosas por aprender. Me ha quitado esas ideas tontas como lo son el talento, que uno nació para esto, blablabla. Agradezco también la posibilidad de leer a mis compañeros y ver cómo se nota tanto lo que pensamos del mundo, las cosas en las que nos fijamos, las cosas que elegimos omitir. Todo está en cómo contamos las historias.
La única forma en la que me he sentido cómoda exponiéndome es a través de la escritura. Lo reitero: realmente soy mala hablando en público, hablando de mis sentimientos, de las cosas que me pasan. No me gusta ni me siento cómoda. Es algo que debería mejorar pero aún no me siento preparada.
Sé que no soy la mejor ni que he leído todos los libros del mundo, pero no quiero escribir esto con la pretensión de jactarme de algo. Sólo escribo esto para dejar constancia de cómo poder tener un tiempo pequeño para desarrollar estas cosas hace que enseguida me sienta más contenta, y me da un motivo para mejorar todos los días, ponerse desafíos, y aguantar todo lo que no me gusta de la carrera que estudio.
Sé que no soy la mejor ni que he leído todos los libros del mundo, pero no quiero escribir esto con la pretensión de jactarme de algo. Sólo escribo esto para dejar constancia de cómo poder tener un tiempo pequeño para desarrollar estas cosas hace que enseguida me sienta más contenta, y me da un motivo para mejorar todos los días, ponerse desafíos, y aguantar todo lo que no me gusta de la carrera que estudio.
Ojalá todos encontremos ese espacio donde las angustias desaparezcan. No es lo mejor, pero es necesario muchas veces: aferrarse a las cosas para huir de las que temo enfrentarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por pasar!!